martes

Alice in WONDERLAND

A veces... seamos sinceros... muchas veces, me siento como Alicia. Como la Alicia que todos conocemos, esa que salió de la magnífica imaginación de Lewis Carrol. Alicia perseguía a un adorable conejo de orejas blancas y gafitas pequeñitas y redonditas. Yo, sin embargo, te persigo a tí. Y ese conejo no le hacía caso, solo prestaba atención a un estúpido reloj y a lo que dictaba. Tú haces algo similar, te limitas a mirarla a ella, y a lo que ella dicta. Vas con ella, ries con ella, bailas con ella, sueñas con ella. Con migo también ries y bailas, pero son sus carcajadas y sus bailes los que vienen a tu mente primero. No le das importancia a los demás. También me he encontrado con un gatito de sonrisa malvada, que apareció de repente y constantemente lo hacía, cuando menos lo esperaba, hasta que comencé a echarlo de menos a él también, aunque nunca a perseguirlo. El gato no me dejaba nada claro, pero con él lo pasaba mejor que con el conejo, sin duda.
Opté por dejar de perseguir al conejo, pensé que aparecerán otros que me persigan a mí, y que me conviertan en su amado reloj. Pero mientras tanto, el conejo intenta desesperadamente hacerme feliz, y lo consigue, pero solo por momentos. No desistas, por favor!

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